lunes, 30 de noviembre de 2015

Recuerda, la historia más bonita jamás contada...La tuya

Recuerda siempre que la historia más bonita jamás contada es la tuya. 
Desde que naces marcas tu historia, esto lo saben los padres, que ven como poco a poco sus hijos van caminando por esta vida dejando su huella.

Da igual tú edad cuando leas esto, tu estado sentimental, tu estado religioso o político... Es algo más que todo eso, tu historia va en ti, diríamos que es tu marca personal. Y seria conveniente que le des el valor que tiene, que es mucho ya que es algo tuyo y nadie te lo podrá arrebatar, TÚ HISTORIA; Suena bien verdad.

Podrás tener momento alegres y momentos mas reflexivos, pero aún así es bonita porque es tuya, no habrán dos personas que vivirán lo mismo, sentirán lo mismo, experimentaran lo mismo, pensaran lo mismo al leer este post...A que es maravilloso.

Quizás en este mundo corre, corre que vivimos, se nos ha olvidado eso de los sentimientos. Que son únicamente nuestros, que los vivimos y disfrutamos nosotros mismo y que son parte fundamental de esa historia tan bonita que es tú vida.

Algunos /as hoy me decían... Ya pero mi historias es complicada, mi historia es una montaña rusa, mi historia... (añade aquí lo que quieras)

Yo pienso que tú historia es bonita si así la quieras ver, como todo en esta vida depende de la perspectiva con que lo mires. No veras con la misma ilusión tu historia si la ves con el sentimiento de culpa, amargura (poner aquí todo lo negativo que quieras ) etc...

Para eso quizás debemos cambiar esa perspectiva  con el que vemos nuestra propia historia, porque creerme llevo tiempo conociendo historias de muchas personas y todas me resultan apasionantes. Igual que seguro es la tuya.

Aquí va un cuento mítico pero que ayuda , para ver que nuestras historias son apasionantes, sólo es necesario quitar la suciedad de pensamientos distorsionados, creencias etc...
Porque como dice una canción tú eres una maravillosa criatura...


* Una mujer se levantó de malas aquella mañana, se había quemado preparando el desayuno y mientras tomaba café,  vio a través de la ventana que la vecina de enfrente colgaba algunas sábanas en el patio.
-¡Qué sábanas tan sucias está colgando para secar!
-Se me hace que la vecina necesita un jabón nuevo... ¡Si yo tuviera confianza con ella le preguntaría si quiere que yo le enseñe a lavar la ropa!-
Su esposo, dando un sorbo al café la miró y prefirió no decir nada para evitar una discusión.
Algunos días después, nuevamente, durante el desayuno, la vecina colgaba de nuevo ropa mojada y la mujer comentó:
-¡Nuestra vecina continúa colgando la ropa sucia! ¡Cómo me gustaría ir y decírselo, no se dará cuenta de que no sabe lavar?!-
Y así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina tendía la ropa.
Había pasado un mes, la mujer se sorprendió al ver las sábanas siendo tendidas, y entusiasmada fue a decir al marido.
-¡Mira mi amor, la vecina ya aprendió a lavar! ¿Será que alguien le enseñó...? Porque yo no hice nada.-
El marido muy tranquilamente respondió:
-¡No, querida, lo que pasó es que hoy me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana! 







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